En un contexto donde la educación superior enfrenta retos críticos como la crisis de financiamiento, la disminución de matrículas y la insatisfacción del sector empresarial con la preparación de los graduados, es urgente replantear el modelo educativo actual. ¿Podrá la educación técnica y a lo largo de la vida ser la solución que Colombia necesita?

Un modelo educativo en crisis

La discusión sobre la financiación de la educación superior ha puesto en evidencia las dificultades que enfrentan los estudiantes y sus familias para acceder a una formación de calidad. Muchos buscan alternativas más prácticas que les permitan adquirir habilidades directamente aplicables al mundo laboral. En este contexto, la educación a lo largo y ancho de la vida, con sus diversos esquemas de formación y certificaciones apilables, se perfila como una estrategia efectiva para cerrar la brecha entre la academia y las necesidades del mercado.

Un enfoque integral para el desarrollo del país

El principio hermenéutico nos recuerda que «el todo es mayor que la suma de sus partes». Aplicado a la educación, esto implica que los diferentes niveles de formación deben interactuar y complementarse. La combinación de modelos tradicionales con enfoques innovadores permitiría un sistema más equilibrado, donde la educación académica y la formación vocacional trabajen en armonía para fortalecer las competencias y habilidades de los estudiantes, así como la productividad del país.

Según P. Harold Castilla Devoz, «las Instituciones de Educación Superior deben reinventarse desde el concepto de lo ‘multi’: multi-segmento, multi-certificaciones, multi-modalidades, multi-disciplinariedad y multi-generacional». Esto significa que ya no basta con ofrecer programas de pregrado y posgrado, sino que es fundamental establecer alianzas con la industria para garantizar una formación alineada con las necesidades reales del mercado laboral.

Educación y empleo: una conexión necesaria

Para cerrar la brecha de habilidades y mejorar la empleabilidad, es clave desarrollar programas formales que se complementen con la educación a lo largo de la vida. Un enfoque práctico y aplicado facilitará la inserción laboral inmediata de los graduados y contribuirá a reducir la escasez de talento en sectores estratégicos.

Las instituciones educativas deben apostar por un modelo que fomente la colaboración entre la academia, la industria y la comunidad. Esto no solo mejorará la calidad de la educación, sino que también fortalecerá el desarrollo económico y social del país.

Conclusión

Diversificar las vías de aprendizaje es esencial para construir un sistema de educación superior resistente, inclusivo y adaptable a las demandas cambiantes del mundo actual. Apostar por la educación técnica y el aprendizaje continuo podría ser la clave para transformar la educación en Colombia y garantizar un futuro más prometedor para las nuevas generaciones.